lunes, agosto 29, 2011

Ciencia para qué?


Estamos tan acostumbrados a ella, que ni cuenta nos damos de su constante compañía. Sus asombrosos aparatos nos seducen diariamente. A ella debemos las miles de imágenes que iluminan los oscuros rincones del universo. Devoramos ávidamente todas y cada una de las historias que su quehacer cotidiano genera, pero si alguien menciona la palabra ciencia en el salón de clase, es inevitable que la cabeza se nos llene de viejitos con bata, palabras complicadas y una incomoda sensación de ignorancia

El simio que sabía pensar

Al ver que se alarga el silencio, el instructor repite la pregunta ¿Que es el viento? Los niños, de nivel preescolar, se retuercen en sus sillas, ríen y cuchichean hasta que al fin uno levanta la mano. “yo no se qué es el viento, pero si se que lo producen las hojas de los árboles”. Perplejo, el instructor del taller le pregunta cómo y el niño responde con seguridad ”cuando las hojas de los árboles se mueven, hacen el viento,”

La respuesta resulta graciosa, pero a su corta edad, este niño esta haciendo ciencia. La motivación para ello es su curiosidad. Se fijó en un fenómeno de la naturaleza: el viento y tras observarlo lo suficiente se planteó una hipótesis. Lo más interesante es que la hipótesis se adecua completamente a los hechos observados… cuando las hojas se mueven ¡hay aire!.

La ciencia es una característica humana, no porque tengamos una inteligencia privilegiada o porque sepamos matemáticas complicadas o porque podamos realizar fórmulas, los humanos hacemos ciencia porque tenemos curiosidad. Somos una especie curiosa por naturaleza, nos es imposible vivir sin preguntarnos cosas. Investigar es una característica natural porque nos causa placer conocer. Solo hay que recordar el momento en que por fin logramos entender esa operación de matemáticas o pudimos reparar el aparato, cuando alcanzamos este logro del fondo del cuerpo nos brota un - ¡ahhh ya entendí! - . Investigar nos produce placer porque con ello encontramos respuestas a las preguntas que la curiosidad nos presenta.

Estamos hechos para investigar y eso es gracias a como evolucionó el cerebro. el Dr. Michael Shermer fundador de la Skeptics Society (Sociedad de Escépticos) explica que nuestro cerebro esta hecho para reconocer patrones significativos. Esto es, en cuanto vemos una A enseguida buscamos conectarla con la B más cercana y de allí nos lanzamos a la C. Encontrar estos patrones y es lo que llamamos conocer y aprender. Pero ¿Qué pasa cuando A no se conecta B?

Podemos decir que la ciencia comenzó cuando nuestro cerebro se hizo conciente de que un universo existía alrededor. En ese momento mil preguntas surgieron en la cabeza de aquellos primeros humanos. Como en cualquier persona cuando una duda se enciende en la cabeza, la mente no tiene descanso hasta encontrar una respuesta. Pero entonces surgió un problema: Sin una herramienta capaz de analizar las diferentes hipótesis que se le ocurrieron a las antiguas culturas, muchas ideas resultaron erróneas y llenaron la realidad con mitos y supersticiones: El sol viajaba en una carroza, Los espíritus del bosque eran los responsables de las flores, los planetas se movían por voluntad de los dioses y nos enfermábamos por el mal de ojo o un eclipse de sol.

El problema esta en que el cerebro es tan bueno para detectar patrones, que los ve aun cuando en realidad no están allí. Seguir estos patrones imaginarios es lo que provoca la creación de una falsa idea acerca del funcionamiento de nuestro mundo y los antiguos mitos son una prueba de ello.

Un ejemplo son las ideas que las primeras culturas se hicieron acerca de la tierra y los planetas. Parados sobre la tierra observaron que ésta permanecía inmóvil y sobre sus cabezas el sol, la luna y las estrellas se movían. Era obvio entonces que nuestra tierra debía ser el centro del universo y todos los planetas giraban alrededor de ella. La idea, completamente errónea, respondía tan certeramente a las observaciones y se acomodaba tan bien a las creencias religiosas que esta creencia fue generalizada y permaneció sólida hasta el siglo XV.

Para conocer con certeza el universo era necesario tener una herramienta que permitiera poner a prueba los patrones que detecta el cerebro contra los que realmente existen en la realidad. Esta herramienta es el Método Científico

La larga búsqueda de la herramienta perfecta.

Ruy Pérez Tamayo, investigador y divulgador mexicano, escribe que la ciencia es la actividad creativa que tiene como objetivo comprender la naturaleza y cuyo producto es el conocimiento. Sin embargo esto es tan solo una parte de la historia. La ciencia es también el proceso que conecta los hechos aislados en forma de redes coherentes y significativas que nos permiten entender porque este universo es de la forma que es. La ciencia es por lo tanto ambos, tanto el cuerpo de conocimiento generado a lo largo de los años como el propio proceso para construir ese conocimiento.

Los griegos fueron los primeros en proponer un método para analizar la realidad. Nos cuenta Carlos Chordá, divulgador español, en su libro “Ciencia para Nicolás”. El “invento” griego fue proponer que los fenómenos de la naturaleza se podían explicar a partir de causas naturales, muy distintas a la voluntad de los dioses o el polvo de hadas. Para ello partían de una serie de verdades evidentes o axiomas, con lo que construían un armazón en el que se insertan las explicaciones con las que trataban de desentrañar el funcionamiento de la naturaleza.

Con el método griego, los anaqueles de la ciencia comenzaron a llenarse con explicaciones racionales sobre la naturaleza de las cosas. Anaximandro trazó mapas astronómicos y geográficos, Demócrito concibe el concepto de átomo y junto a Heráclito y Empédocles proponen las primeras ideas de una rudimentaria Teoría Atómica. Hipócrates de Cos, considerado el padre de la medicina, logró aislar la medicina científica de la mística religiosa, creó la embriología y método clínico que utiliza la inteligencia y los sentidos para el diagnostico de la enfermedad eliminando cualquier suposición sobrenatural. A Ptolomeo debemos la idea de que la Tierra era el centro del universo (el Modelo Ptolomeico) que prevaleció hasta el periodo Renacentista.

Fue Aristóteles quien sentó las bases que llegarían a construir el método científico. Fue el primero que intento un método para lograr conocimientos seguros. Su método consistió en la acumulación y clasificación de datos, pero la ausencia de hipótesis y de experimentación correcta, hace de la ciencia aristotélica un cúmulo de observaciones sin el sustento de la comprobación.

A pesar de sus grandes éxitos, el sistema griego tenía un problema, los axiomas eran tomados como verdades sin haber sido comprobados. Si bien el método buscaba dar certeza a la búsqueda de la verdad, esta búsqueda se realizaba a través del razonamiento, sin mediar la comprobación experimental de los hechos o los resultados. Cuando se habla de los grandes pensadores griegos no es una figura literaria, en realidad desarrollaban sus investigaciones pensando y sin usar la experimentación.

A principios del Siglo XVI, algunos investigadores como da Vinci, Copérnico y Kepler comenzaron a utilizar reglas metódicas y sistemáticas en el desarrollo de su trabajo. En especial Galileo Galilei se distinguió por el uso de la experimentación en la comprobación de sus hipótesis y teorías. Galileo fue muy criticado durante su época ya que se atrevió a señalar los errores de la ciencia existente además de demostrar que la Vial actea no era una masa de vapor sino una concentración de estrellas. Fue uno de los primeros en utilizar instrumentos que ampliaban la capacidad de los sentidos para el trabajo científico y gracias al telescopio derribó la concepción de la luna como objeto divino, al demostrar que su superficie era áspera e irregular. Además observó y registró las manchas en la superficie del sol. Galileo Galilei expuso metódicamente que los argumentos de Aristóteles eran erróneos, ratificando sus conclusiones con la experiencia. De esta manera contribuyo a crear las bases sobre los que habría de construirse el método científico.

Sería hasta la edad moderna, cuando René Descartes en su obra el “Discurso del método” define por primera vez unas reglas para dirigir la razón y buscar la verdad en las ciencias. Aún con diferencias notables fueron muchos los que defendieron la necesidad de un método, una secuencia de pasos que permitiera la investigación de la verdad.

Una receta para hacer ciencia.

Tome un problema, agréguele una concienzuda observación, mézclelo con algunas preguntas y rocíelo sobre una hipótesis. Después póngalo a 360 grados de experimentación y en 50 minutos tendrá una conclusión… Debido a que las creencias personales y culturales influyen en la percepción e interpretación de los fenómenos naturales, el uso de de procedimientos y criterios estándar permite minimizar las desviaciones o prejuicios en los experimentos cuando se prueba una hipótesis o una teoría. Se dice que la gente inteligente puede idear muy buenas explicaciones a partir de puntos de vista equivocados.

Cuando se habla del método científico, es fácil pensar que la ciencia se crea a partir de una sencilla receta. Si bien es cierto que el Método comprende una secuencia de pasos sistematizados, los procesos que conforman el método son recurrentes e intercambiables. Son los objetos de estudio lo que exige adecuaciones durante el proceso de investigación a fin de obtener los resultados buscados. El Método Científico entendido como la serie de pasos a través de los cuales los científicos obtienen conclusiones, es el sistema permite a los investigadores organizar sus pensamientos y procedimientos a fin de que las conclusiones obtenidas sean confiables.

El mínimo indispensable que debe poseer una teoría para que se pueda decir que es científica es la capacidad de predecir y que esas predicciones se puedan de alguna manera comparar con lo que realmente observamos, además, por supuesto, de que en conjunto una buena parte de esas predicciones resulten ser ciertas. Por otra parte, las teorías científicas nos muestran hechos que se dan en la naturaleza y que antes ni siquiera imaginábamos o sospechábamos que pudiesen existir.

La ciencia por complicada que queramos verla, no es otra cosa que confrontar las ideas que tenemos sobre cómo funciona el universo, para después tratar de confirmarlas a través de la información que obtenemos de experimentos o de los experimentos que otros han hecho antes.

La ciencia no es sino una de las formas posibles de representar el mundo real. No hay inconveniente en admitir que la ciencia es una ficción de la realidad, proponer a la naturaleza una ficción y esperar que tenga la amabilidad de ser compatible con tal ficción. A pesar de ello, la ciencia es la herramienta más poderosa que tenemos para descifrar el funcionamiento del mundo, y no hay más que estar un poco atento a nuestro alrededor para ver todo lo que con ella hemos aprendido