miércoles, mayo 16, 2018

El Láser en México.


El primer láser mexicano lo construyo en 1967, Roger Magar, un estudiante de  la licenciatura en Física de la UNAM como tesis para obtener su grado, recuerda el Dr. Daniel Malacara Hernández, fundador del Centro de Investigaciones en Óptica y quien fuera su primer Director. El artefacto era semejante al de Maiman, un láser pulsado que utilizaba un rubí como material activo. 

Posteriormente 1969 los entonces investigadores del Observatorio Astronómico Nacional de la UNAM, Daniel Malacara Hernández, José Luis Berriel e Ignacio Rizo construyeron un láser basado en una mezcla de gas de Hélio y Neón.  El diseño y desempeño de este artefacto fueron tan buenos, recuerda el Dr. Malacara, que decidieron construir más  y venderlos. Uno de ellos fue utilizado por la empresa ICA entre otras cosas para la alineación de algunos segmentos del Metro de la Ciudad de México que entonces estaba en construcción. 

El Dr. Vicente Aboites observa que desde finales de los años ochenta, existen en México grupos de investigación en láseres en diversas instituciones aparte del CIO como el INAOE, el CICESE, el Centro de Instrumentos de la UNAM, la UAM-Iztapalapa y el  IPN. 

La investigación que se realiza en el país en láseres y óptica cuántica es de muy buen nivel, se publica a la par de las mejores instituciones del mundo en las mejores revistas de investigación científica del mundo.  Probablemente el más importante problema de la investigación científica en esta área es lo reducido de nuestra comunidad científica.  Baste decir que en nuestro país los especialistas en láseres se cuentan por decenas mientras que en otros países desarrollados como Gran Bretaña, se cuentan por miles.

El láser de horchata



“En un foco normal la luz sale como una lluvia de partículas de todos tamaños y colores que se dispersa en todas direcciones. La luz láser es especial porque es un rayo compuesto por partículas exactamente iguales, moviéndose ordenadamente en la misma dirección”, explica el Dr. Eric Rosas,  “el secreto para transformar esa estampida de partículas en un desfile militar, está en la estructura atómica del material activo dentro del láser, en este caso, un cristal de rubí.”

Todos los átomos son capaces de absorber energía y cambiar de su estado base a un estado excitado. Como la excitación no es un estado “normal”, la energía extra es desechada después en forma de luz. Esta emisión puede suceder de manera espontánea o puede estimularse agregando más energía para que la liberación suceda en un momento determinado. La gran ventaja es que las partículas de energía liberadas, serán exactamente iguales a las que estimulan la emisión.

En el láser de Maiman, el intenso destello de la luz del flash excita los átomos del rubí a niveles más altos de energía. En un nivel específico, algunos átomos comienzan a “relajarse” emitiendo fotones. Cuando un fotón libre pasa junto a un átomo excitado, éste es estimulado para emitir otro fotón igual. Estos dos pasan junto a otros dos átomos,  entonces tenemos cuatro y así sucesivamente. En un instante una cascada de fotones idénticos se desencadena amplificando rápidamente la energía inicial. Espejos en cada extremo de la barra de rubí reflejan los fotones como en un juego de ping-pong. A cada pasada, la ola de luz se hace más potente provocando la liberación de más fotones, hasta que el haz es lo suficientemente intenso y compacto para salir del cristal a través de uno de los espejos que es parcialmente reflejante. El resultado es el rayo láser.

A partir de ese primer Láser muchos grupos empezaron a investigar con otras substancias y otros estados físicos de la materia (sólido, líquido, gas, plasma). Actualmente se pueden hacer láseres con una gran variedad de materiales y en cualquier estado. “Un amigo mío en el doctorado me molestaba retándome a construir el láser de agua de horchata, lo que te da una idea de la variedad de materiales que pueden ser usados para generar luz Láser” bromea Eric Rosas.

Y Maiman dijo "Hágase la Luz"

Theodore Harold Maiman
Hace 50 años, cuando se presentó, el imaginario popular vio en el Láser el arma de rayos que por muchos años había existido en la ciencia ficción. Hoy “el rayo de la muerte” sigue siendo un rayo de luz que ilumina la tecnología de nuestro tiempo.

La luz al final del túnel

“Hay una historia muy dramática y novelesca en la invención del Láser” explica el Dr. Eric Rosas Solís, Presidente de la Academia Mexicana de Óptica. El trabajo se origina a finales de los años 50 en medio de la guerra fría. La constante amenaza de un ataque había despertado el interés por desarrollar detectores más finos que permitieran superar en precisión y distancia el radar.  En Estados Unidos Charles H. Townes de los Laboratorios Bell encontró la respuesta al inventar el MÁSER (Microwave Amplification by Stimulated Emision of Radiation), un aparato en el que un material es excitado con energía para producir un poderoso flujo uniforme de microondas capaz de recorrer una gran distancia, rebotar en un blanco y regresar para indicar tamaño, movimiento y distancia. El Máser permitió vigilar las fronteras con una longitud de onda más pequeña que las ondas de radio usadas originalmente por el radar.

En 1958 Charles Townes y su colega Arthur Schawlow dieron el siguiente paso lógico al publicar un artículo proponiendo el diseño de un Máser que pudiera generar longitudes de onda todavía más pequeñas, esto significa pasar de las microondas a la luz, “Pero una cosa es imaginar un instrumento y otra muy distinta es construir uno que funcione” puntualiza Eric Rosas.

Para 1959, una feroz competencia se había desatado por construir el primer Máser Óptico o Láser (Light Amplification by Stimulated Emision of Radiation) . En Estados Unidos, los favoritos eran Townes y su equipo de los Laboratorios Bell, los inventores del Máser. A la par, invirtiendo enormes cantidades de tiempo y dinero, estaban los laboratorios más importantes de Estados Unidos: General Electric, El Tecnológico de Massachusetts (MIT), RCA Laboratories y la Westinghouse Electric Company. Sin embargo el fenómeno descrito en el papel se negaba a existir en la realidad.

Y Maiman dijo “hágase la luz coherente”

Lejos de los grandes nombres y los reflectores, un ingeniero de la Hughes Research, el brazo de investigación de Hughes Aircraft Company,  se acercó a sus jefes y les propuso construir un Láser. La idea de desarrollar un dispositivo así, parecía inútil en una empresa donde el negocio eran los aviones y la dirección no estaba interesada. La firma de un jugoso contrato con el Ejército Americano fue la carta que Theodore Harold Maiman utilizó para entrar a la carrera del siglo. Maiman acordó con sus jefes que él desarrollaría el Máser que deseaban los militares si a cambio la empresa le permitía intentar producir un láser. Gracias su trabajo anterior con máseres, el inquieto ingeniero cumplió sobradamente su parte y la Hughes Research otorgó a Maiman un presupuesto de 50 mil dólares y 9 meses para tratar de ganarle la partida a los grandes laboratorios científicos en la búsqueda de la nueva luz.

El proyecto empezó con el pie izquierdo; los demás competidores le llevaban meses de ventaja en el trabajo y los directivos de Hughes Research no creían que el joven ingeniero fuera capaz de lograrlo, esto provocaba que la amenaza de cerrar el programa apareciera continuamente. Para colmo de males los más destacados investigadores del campo habían publicado que el rubí, base del diseño de Maiman, no serviría como material activo pues su eficiencia era muy pobre, apenas el 1%.

Al igual que en un Máser, el corazón del Láser es un material que absorbe energía y la emite en forma de luz. Maiman había elegido el rubí pues era un material que conocía bien por su trabajo con los Máser. La estructura cristalina del rubí permite excitarlo con energía, para producir y amplifica ondas electromagnéticas  (de allí su uso para generar microondas en los equipos Máser). El rubí también absorbe luz y es capaz de emitirla como una florescencia rojiza.

Theodore no era una persona que aceptara fácilmente la visión de los demás, así que decidió seguir trabajando con el rubí.  Su idea era encontrar la causa del pobre desempeño en el cristal y con estos datos diseñar un material que tuviera las características necesarias. Para su so

rpresa cuando los experimentos demostraron que sus colegas estaban equivocados, pues el rubí era capaz alcanzar una eficiencia del 75%. Los expertos estaban errados y Maiman había encontrado  el camino correcto.

Para este momento, los grandes laboratorios enfocaban sus esfuerzos en construir aparatos que emitieran un rayo continuo: en este diseño una potente fuente de luz permanece encendida “excitando” el material activo para producir un continuo haz de luz coherente. Maiman había calculado que aun con el 75% de eficiencia del rubí y la más brillante fuente de luz existente, lograr un láser continuo de rubí tenia estrechas posibilidades de éxito, se necesitaba más poder de excitación. El momento eureka se produjo cuando Ted se topó con un artículo sobre lámparas flash para fotografía. El texto explicaba que al “flashear”,  estos focos  podían emitir un destello de luz  dos veces más potente que cualquiera de las fuentes de luz entonces disponibles. Con esta idea Maiman decidió que el artefacto que construiría para Hughes Research sería un Láser pulsado de rubí, es decir un equipo que al dispararse produce un solo “flash” de luz láser.

El láser de Maiman consistía en una pequeña barra de rubí artificial, montada en el centro de una lámpara flash de forma espiral, todo ello colocado dentro de un cilindro de aluminio. Contra todos los pronósticos, el 16 de mayo de 1960, Theodore Maiman  accionó el disparador y tras el destello del flash, un punto rojo apareció por un instante en la pared del laboratorio: el láser había comenzado a existir.

domingo, octubre 05, 2014

Cabo Tuna, el primer centro espacial mexicano
















Una violenta exhalación de llamaradas verde-amarillentas anunció el fin de la cuenta regresiva. Con un fuerte siseo, la densa humareda inicial se convirtió en la base de una blanca columna que se alzó dos kilómetros y medio hacia el cielo. En el centro de control, los responsables del experimento festejaron el éxito con euforia desbordante. Era el 28 de diciembre de 1957 y desde la ciudad de San Luis Potosí, México lanzaba por primera vez un cohete con fines científicos, tan solo dos meses después de que Rusia iniciara la conquista del espacio.

El 4 de octubre de 1957, las radiodifusoras de todo el mundo interrumpieron sus transmisiones para anunciar que el primer satélite artificial, Sputnik 1, había sido puesto en órbita por científicos rusos. En la Ciudad de México, el Ing. José de la Herrán, decano de la divulgación científica, tomó los micrófonos de la XEW para explicar a los radioescuchas los pormenores de  la tecnología que habían utilizado los rusos para aventajar a Estados Unidos en la carrera espacial. Durante su intervención, el Ing. de la Herrán presentó una grabación especial: en medio de una ruidosa estática sobresalía un tenue bip bip, era la voz del Sputnik reportándose desde su privilegiado puesto de observación.

En la ciudad de San Luis Potosí, un salón del segundo piso del edificio de la Universidad daba alberge a la recién creada Escuela de Física. El local funcionaba como salón de clase, laboratorio y oficina del director. Hasta allí llegaron los reporteros de la prensa potosina, contagiados de la fiebre espacial, buscando  en los futuros físicos las voces expertas que pudieran explicar la maravilla tecnológica. 

Nadie sabía que como parte del trabajo experimental, maestros y alumnos de la Escuela habían estado diseñando y construyendo cohetes de combustible sólido con el propósito de desarrollar sondas que permitieran realizar estudios climáticos. Ante las preguntas de los reporteros, uno de los estudiantes no pudo resistir la tentación y con cierta presunción declaró “del satélite ruso no sabemos nada, pero aquí tenemos algo mejor”.


La física en su estado más sólido

Gustavo del Castillo y Gama era uno de los 5 físicos con doctorado en el México de los años cincuenta. Al igual que sus colegas había obtenido el posgrado en una universidad extranjera, pero a su regreso no se integró a ninguna de las dos escuelas de física que existían en el país en ese entonces. Al término de su doctorado, en 1955, se había propuesto que regresar a su natal San Luis Potosí y preparar allí el terreno para crear una escuela y un instituto de física. 

“El pensaba que con un poco de comprensión y mucha imaginación se podía dar a la física mexicana un impulso sin precedente. Pero había que apartarse del grupo capitalino (el Instituto de Física de la UNAM creado en en1938)” relata el Dr. Candelario Pérez Rosales, quien sería también maestro e investigador del Instituto de Física de San Luis Potosí.

Para marzo de 1956, el Dr. Gustavo del Castillo era el flamante director del Instituto y la Escuela de Física, los cuales eran formalmente parte de la Universidad de San Luis Potosí. Nueve alumnos y cuatro profesores conformaban la población de ambos organismos. Además de la formación de recursos humanos especializados, la nueva institución se abocó al desarrollo de investigación experimental.

Uno de los primeros proyectos fue investigar la posibilidad de generar lluvia mediante detonaciones en las nubes. “Desde que llegue a San Luis se notaba una gran sequía y la falta de agua se hacía cada vez más crítica “ -- escribió el Dr. Del Castillo en unas notas que se conservan en el archivo del Instituto -- “pensé que el uso de cohetes explotados a gran altura originaría la formación de gotas lo suficientemente grandes para caer como lluvia” .

En sus notas, Gustavo del Castillo cuenta que los primeros experimentos se hicieron con los tradicionales cohetes usados en las celebraciones religiosas. Se mandaron hacer varios, modificados para alcanzar mayores alturas. El experimento se llevó a cabo desde unos cerros a las afueras de San Luis. Allí, coordinados por el Dr. Del Castillo, dos escépticos maestros coheteros lanzaron sus artilugios al mismo tiempo y tras las explosiones, unas gotas de lluvia comprobaron que la teoría era correcta.

Cabo Tuna, se inicia el conteo.

“Pensé que el desarrollo de un proyecto de esta naturaleza tendría un valor educativo para los estudiantes de física así que se los propuse”, se lee en las notas del Dr. Del Castillo. Así comenzó un modesto proyecto para el desarrollo  de cohetes que pudieran llegar más allá de las nubes en los que los estudiantes participarían con su creatividad y habilidad manual.

El primer problema a resolver era el combustible, se requería producir un gran empuje para levantar el aparato. Existían dos opciones, la primera eran los combustibles líquidos pero estos fueron desechados de inmediato por el peligro que representaban. La otra opción fue la más apropiada, una mezcla de azufre y zinc en polvo conocida como “micro-grano”. Para la preparación del combustible se diseñó un mezclador de polvos tomando como modelo los usados en la industria panadera.

Conforme las personas se enteraban del trabajo realizado, la Escuela fue recibiendo apoyo de muchas partes, un ejemplo de ello fue el material necesario para construir el cuerpo del los cohetes. “los tubos de plomería no son adecuados pues están cerrados por una costura eléctrica que es muy débil, con algunas cientos de libras de presión explotan y se deforman” explica el Fis. Luis Gerardo Saucedo Zárate, exalumno de la escuela de física de San Luis Potosí. El equipo buscó entonces tubos de los utilizados para calderas, mejor adaptados para soportar las presiones de un motor de cohete. “El tubo de acero inoxidable y sin costura lo sacamos de la Refinería de PEMEX en Salamanca” apunta el Dr. Castillo que además resalta el interés y disposición de los directivos de la planta por el proyecto. Los maquinados para dar forma al cuerpo del cohete y la tobera se realizaron en el taller de un laboratorio de la Facultad de Medicina.

La base de lanzamiento, que más tarde sería bautizada como Cabo Tuna por la prensa potosina, estaba ubicada en un campo de Golf al norte de la ciudad. Se había construido una torre de 4 metros de altura que serviría como plataforma de lanzamiento. A unos metros de allí se encontraba el  “Centro de Control” que consistía de una trinchera rectangular excavada en el suelo y cubierta con gruesos tablones de madera. Aquí se instalaron las cámaras fotográficas encargadas de documentar el experimento.

El Dr. Candelario Pérez Rosales, uno de alumnos que desarrollaron los cohetes, recuerda que una fría mañana de noviembre en 1957, el grupo se dirigió a Cabo Tuna para probar el poder de propulsión del combustible. Se trataba de prototipos de pequeña escala ( 75 cm de alto y 2 centímetros de longitud). Al igual que le sucedió a Werner Von Braun y Robert H. Goddard, padres de la construcción de los cohetes espaciales, las primeras pruebas no fueron tan sorprendentes. “Se hizo el primer intento de elevar un cohete, pero el artefacto explotó en la torre de lanzamiento, sin que se hubiera elevado un solo centímetro” escribiría mas tarde el Dr. Pérez Rosalez. “Esa misma mañana se hicieron otros dos intentos con resultados desastrosos.”

En la ciencia, se aprende más de los fracasos que de los éxitos, enfatiza el Fis. Saucedo y un mes más tarde, el 28 de diciembre, el grupo se encontraba instalando en la torre de lanzamiento el Fisica 1. Se trataba de un cohete de 1.70 metros de largo y 8 kilogramos de peso. Su diseño era muy simple, escribe Candelario Pérez Rosales, el cuerpo principal, un tubo de 5 centímetros de diámetro y 1.6 milímetros de espesor, servia de depósito de combustible y cámara de combustión. Loas gases producto de la oxidación del combustible eran expulsados a través de una tobera de acero. En la parte inferior se instalaron tres  aletas de aluminio para estabilizar el vuelo. Remataba el proyectil una ojiva sólida de madera. Desde el Centro de Control los maestros y alumnos iniciaron el conteo. Al activarse el cohete un empuje de cien kilogramos levantó el proyectil hasta una altura de dos kilómetros y medio. 

Cuatro meses después el grupo regreso a Cabo Tuna para un segundo lanzamiento. Pensando en el desarrollo de sondas de investigación que requerían recuperar el artefacto intacto se le instaló un paracaídas con un sistema que lo desplegaba una vez que al proyectil había alcanzado la altura máxima. La prueba fue espectacular de acuerdo con el periodista Benjamín Wong que fue enviado especialmente a cubrir el lanzamiento. La física potosina iniciaba su acenso en el campo de la experimentación.


Todo lo que sube, ¿tiene que bajar?

La experimentación con cohetes en la escuela de Física continuó a lo largo de 14 años en los que se desarrollaron 2 series más; la “Zeus” compuesta por nueve lanzamientos, el último de los cuales utiliza un sistema de dos etapas buscando incrementar la altura y desarrollar un vehículo de estudio más eficiente. Más tarde, a principios de los años 70, se desarrolló la serie Filoctetes compuesta por artefactos de una y dos etapas. En 1972 con el lanzamiento del Filoctetes II puso término a los 15 años de experimentación en el ámbito de los cohetes. Sin embargo aun no se ha puesto el punto final a esta historia,  el Filoctetes III, un artefacto de tres etapas, construido en 1972, aun espera el momento de su lanzamiento-

Un nuevo interés por el espacio ha surgido en el gobierno federal y prueba de ello es que en noviembre del año pasado, el Senado de la República aprobó expedir la Ley que crea la Agencia Espacial Mexicana (AEM), encargada de proponer y ejecutar la política espacial de México. Los críticos señalan que México no tiene aun las capacidades para un organismo así, sin embargo el ejemplo del Dr. Gustavo de Castillo y Gama es prueba de que “con un poco de comprensión y mucha imaginación se puede dar a la ciencia mexicana un impulso sin precedente.”

sábado, diciembre 15, 2012

Asesinos masivos, furia destructiva



Son descritos como sujetos aparentemente normales,  personas calladas que no se metían con nadie, hasta que de pronto inician una venganza contra el mundo que les rodea. Cualquiera que se atraviese en su camino es una victima potencial de su estallido emocional.

El dia de hoy  Adam Lanza, de 20 años, entro en un colegio de Connecticut en la localidad de Newtown y tras matar a su madre mató a 20 niños de entre 5 y 8 años, en lo que es ya uno de los mayores asesinatos en masa de la historia de Estados Unidos.
 En julio de este año, durante el estreno de “Batman”, James Holmes ingresó a un cine en Aurora, Colorado, disparó al público, matando 14 personas e hiriendo a 50.
Un año antes ,  Anders Behring Brevik, cargó un automóvil con explosivos y lo hizo explotar  frente a las oficinas del gobierno noruego en Oslo, matando a 8 personas.  Dos horas más tarde apareció en un campamento juvenil y durante 90 minutos disparó contra cualquiera que se atravesara en su camino, al final  93 personas habían muerto. Sus amigos hablan de él como una persona religiosa y conservadora.
Estas tragedias se suman a Columbine, Virginia, Port Arthur en Tazmania, Jokela en Finlandia y Akihabara en Japón, entre muchos otras. Cada vez que un crimen así sucede, el mundo entero se pregunta: ¿Qué salió mal? ¿Por qué una persona puede acumular  tanto odio contra su comunidad?  ¿ Hay forma de evitar que esto vuelva a suceder?
La Psicología, la medicina y la sociología estudian estos casos tratando de definir los factores que ocasionan un ataque así y lo más importante: buscando las claves que permitan detener al siguiente asesino, quien sin lugar a dudas ya camina  por las calles de alguna ciudad, como una bomba de tiempo esperando solamente la gota que termine por derrame el vaso de su rencor.

Historia de un mal civilizado.

En Estados Unidos es llamado  “Spree killing” o “Rampage killing”,  en Malasia es conocido como meng-âmok , para los países nórdicos el nombre es Berserk y en Puerto Rico le llaman mal de pelea. A final de cuentas todos estos nombres definen un mismo comportamiento: la aparición de una conducta violenta en la que una persona, sin una causa explicable, es poseído por un impulso homicida y se da a la tarea de eliminar a todo aquel que se cruce por su camino.

El doctor Manuel L. Saint Martin  en un artículo publicado en Journal of Clinical Psychiatry , explica que este tipo de conductas fue descrito por primera vez  en 1770 por el capitán  James Cook en los diarios de sus viajes por la polinesia. Cook describe que los meng-âmok (“loco de furia” en malayo) eran individuos que se lanzaban en un frenético ataque contra otros miembros de la villa o animales para matarlos o mutilarlos. Estos ataques involucraban un promedio de 10 victimas y terminaban cuando el sujeto era sometido, lo que involucraba frecuentemente ser asesinado por otros miembros de la tribu. 

En la mitología malaya, el ataque amok era causado por el “hantu belian”, un espíritu maligno que se apoderaba del cuerpo de la persona y lo llevaba a cometer los asesinatos sin que el sujeto tuviera conciencia de ello. Debido a que esto era parte de sus creencias religiosas, las tribus de malasia veían estos crímenes como algo normal, a pesar de sus trágicas consecuencias.

 En años posteriores conductas similares se observaron en tribus primitivas de Filipinas, Laos, Papua Nueva Guinea y Puerto Rico. El Dr. Saint Martin  cita la descripción de un ataque ocurrido en 1846: “En la provincia de Penang, un respetable anciano repentinamente comenzó a disparar matando a 3 villanos e hiriendo a otros 10. Fue capturado y llevado a juicio donde la evidencia reveló que la esposa y el único hijo del anciano habían muerto recientemente.  Después de su perdida el hombre había quedado mentalmente perturbado.”

Hasta 1849 la conducta era estudiada como una curiosidad antropológica pero a partir de ese año fue clasificada como una condición psiquiátrica ya que las observaciones registradas de estos crímenes y el estudio de los casos revelaron que la mayoría de los asesinos amok presentaban algún tipo de enfermedad mental.

Durante más de dos siglos, observaciones similares cimentaron la creencia de que la conducta estaba íntimamente ligada a  factores culturales que solo existían en estas culturas. Para todos los entendidos la culpable de los asesinatos, era la cultura malaya en la que se desarrollaba el homicida. Sin embargo al paso del tiempo, los casos de ataques Amok disminuyeron y para mediados del siglo 20 ya casi no existen descripciones.

Manuel Saint Martin relata que el decremento fue explicado como el resultado de la colonización occidental de estos pueblos y el consiguiente cambio en las estructuras culturales. Inexplicablemente, al mismo tiempo, en las sociedades industrializadas de occidente empezaron a suceder crímenes que tenían una gran semejanza con el comportamiento Amok, pero bajo la creencia que la conducta era un fenómeno cultural de tribus primitivas, dichos casos pasaron desapercibidos.

Es Joseph Westermeyer, un psiquiatra americano  de la universidad de Minesota,  quien retoma la palabra y la utiliza como término psiquiátrico denominando “Síndrome Amok” este tipo de crímenes. Actualmente la Organización Mundial de la Salud utiliza este término para definir "un episodio aleatorio, aparentemente no provocado de un comportamiento asesino o destructor de los demás, seguido de amnesia y/o agotamiento. A menudo va acompañado de un viraje hacia un comportamiento auto-destructivo, es decir, de causarse lesiones o amputaciones llegándose hasta el suicidio".

En el ámbito de la criminología el término utilizado es  “Spree Killing” si bien su definición es un poco vaga, de acuerdo con el FBI este tipo de crímenes implica dos o más asesinatos cometidos por uno o más individuos sin un periodo de “enfriamiento”. El concepto de “enfriamiento” es utilizado para distinguirlo de un asesino serial quien comete un asesinato a la vez y después de un tiempo vuelve a matar.

A pesar de lo que pudiera parecer, la estadística de estos crímenes no es muy alta. La revista Time en un artículo publicado en 2007 a raíz de los homicidios en el Tecnológico de Virginia explica que el índice de asesinatos en Estados Unidos en los que se cuentan 5 o más victimas representa menos del 1% de todos los homicidios de los últimos 25 años. Sin embargo esto no es ningún consuelo para la sociedad ni las familias de las victimas que son golpeadas por un acto tan inexplicable e inesperado como lo es un asesino Amok.


Cómo construir una bomba de tiempo.

Cuando se estudian los casos de los asesinos Amok se descubre que el ataque no es una situación que se produzca al azar o como resulta de un capricho. Es un caldo que se cocina por un largo tiempo y tiene muchos ingredientes complejos. Las personas no cambian a un estado violento solo por impulso, ni deciden enfrentar sus problemas a través del uso de violencia, explica la Dra Mary Ellen O'Toole, psicóloga del FBI, en su documento “The School Shooter: A threat assessment perspective” . Muy al contrario, el camino a la violencia es una evolución paulatina.


Desde las primeras observaciones del Síndrome en Malasia, los homicidas Amok fueron vinculados con algún tipo de condición psiquiátrica. Esta condición puede estar dada por un problema mental o daños en el cerebro del asesino. Durante la autopsia de Charles Whitman, un asesino Amok que en los años 60’s disparó desde la torre de la universidad de Austin Texas, los forenses encontraron un tumor cuya ubicación pudiera explicar su conducta violenta.  Los estudios del cuerpo de James Oliver Huberty, quien en 1984 atacó un Mc Donalds en San Ysidro California, encontraron niveles asombrosos de cadmio en sus tejidos, probablemente a causa de su trabajo como soldador. En su entrevista de salida, Huberty explicó que renunciaba a ese empleo “porque los vapores lo estaban volviendo loco” .

Más comunes y problemáticas que las heridas en el tejido cerebral han resultado las heridas a la psique de estos personajes. Para el tirador de la Universidad de Austin, Charles Whitman, los problemas comenzaron con la exigencia de su padre, un hombre autoritario y difícil de complacer que demandaba sus hijos solo perfección. En su libro “Spree Killers”el periodista Niguel Cawthorne relata que nada de lo que hiciera Whitman satisfacía a su padre quien además era un golpeador que castigaba físicamente los bajos estándares de su hijo. Los niños no eran las únicas victimas del Sr. Whitman. Justamente este comportamiento violento fue la causa del divorcio de los padres de Whitman.

Seung Hui Cho, el atacante que causó la muerte a 32 personas en el Tecnológico de Virginia, comenzó sus días siendo un infante frágil y enfermizo. Aun  a sus 23 años el informe de la autopsia registra falta de musculatura. En el informe preparado por el Panel que reviso las causas y sucesos de la masacre para el Gobierno del Estado de Virginia se analiza el abuso que recibía de algunos compañeros, debido a su timidez y su forma de caminar. Además el informe recaba que su desarrollo emocional se detuvo como resultado de un mutismo selectivo que le impedía cualquier socialización, un gran problema cuando su concepto de éxito estaba basado en el reconocimiento de sus compañeros y maestros.

Los motivos del lobo

La autoestima es un gran componente de la maldad es la tesis que presenta el Dr. Roy F. Baumeister, profesor de psicología e investigador de la Universidad Estatal de Florida en su libro “Evil: Inside human violence and cruelty”. Según el Dr. Baumeister la gente que comete actos malévolos tienden a tener un irreal concepto de ellos mismos y cuando esta imagen es atacada tienden a desquitarse de manera desproporcionada.

Para W. Walter Menninger, Director de la Clínica Menninger y miembro distinguido de la Asociación Americana de Psicoanálisis, el camino a la violencia comienza cuando se mal interpreta el estímulo de una frustración o un daño que puede ser real o imaginario. El estimulo es interpretado como  una amenaza al individuo con lo que se desencadenan varios grados de ansiedad y la sensación de estar en una situación que implica “pelear o huir”. Dependiendo de la intensidad del daño o amenaza y estado de la autoestima, la respuesta puede ir desde enojo a furia y de ahí a una conducta violenta. Este tipo de asesinos explica Menninger por lo general poseen una historia de fracasos ya sea en sus relaciones sociales, su trayectoria laboral o estudiantil.

Los asesinos masivos son personas muy frustradas y la respuesta inmediata ante la frustración es la agresión explica la Dra. Feggy Ostrosky, Directora del Laboratorio de Neuropsicología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología  de la UNAM. Debido a problemas psicológicos o neurológicos la agresión no es manejada adecuadamente y se manifiesta en sentimientos hostiles que van creciendo con el paso de mucho tiempo, hasta que una situación cotidiana o la acumulación de tanto odio por tanto tiempo, hacen que la víctima se vuelva victimario.

Los asesinos masivos ven en sus víctimas al enemigo a vencer. Culpan a la sociedad de su frustración y  tales situaciones los llevan a un encuentro final con la fuente de su frustración es decir la sociedad, o las instituciones ( la oficina o la escuela). Para poder acabar con lo que más odian, ellos mismos, primero deben destruir a otros que representen lo que no ha podido obtener, lo que ha perdido o lo que el mundo les debe. El odio que sienten por ellos mismos es transferido a las victimas que el azar pone a su alcance.

Es como estar en arena movediza, entre más luchan por recuperar el control más se hunden en la espiral de fracaso. Hasta que llega un momento en que el enojo es demasiado y la necesidad de estar en control aunque sea una sola vez más se vuelve la única meta en su vida. Es por esto que una vez tomada la decisión, la planeación del ataque es algo con lo que el asesino fantasea. Planea y se prepara semanas meses e incluso años antes de que ocurra el tiroteo. Las armas y la planeación son justamente la ventaja que el Asesino Amok utiliza para cambiar la relación de poder con que interpretan su realidad. Al momento de llevar a cabo su plan, ellos son los que tienen el control y el poder de la situación en sentido opuesto a como perciben su entorno.

Sin embargo el plan nunca va más allá del tiroteo, y es que no desean sobrevivir al ataque. Casi todos los crímenes de esta naturaleza terminan con la muerte del perpetrador, ya sea por propia mano o por la intervención de la policía. La razón, explica la Dra. Ostroski, es que la ira contenida es tan grande que agredir a los demás no es suficiente y voltean la agresión hacia ellos mismos por lo que terminan suicidándose o haciendo que los maten

Vacunas contra la violencia.

Una vez que los servicios memoriales terminan y la prensa extrae hasta el último mórbido detalle de la matanza, son los investigadores en psicología forense, los neurólogos y los comités especializados quienes quedan con la más importante de las tareas: evitar que un hecho así se vuelva a presentar. A lo largo de estos últimos 10 años, el trabajo más importante ha sido el generar un perfil que permita identificar a las personas susceptibles de caer en el Síndrome Amok, sin embargo la labor no es sencilla A pesar de que estos individuos presentan una serie de conductas antes de atacar, construir su perfil puede ser muy problemático, explica el sociólogo de la Universidad John Hopkns, Joseph Gasper. Si se observa algunos de estos perfiles, se encuentran características que corresponden a un gran número de personas muchas de las cuales jamás han pensado siquiera dañar a su comunidad. Por otro lado, generar el perfil para estudiantes jóvenes como los que cursan la preparatoria, resulta muy difícil pues porque emocional y psicológicamente aun no se han terminado de desarrollar.

Algunas respuestas parecen estar en el desarrollo de políticas más estrictas para el control de armas y el seguimiento cuidadoso de pacientes diagnosticados con desordenes psicológicos y emocionales. En Estados Unidos la política es tomar en serio cualquier posible amenaza, nos cuenta la Dra. Ostroski, En las escuelas y universidades se monitorean las redes sociales y el internet y en cuanto un estudiante genera un texto o un comentario que implique conductas violentas se atienden de inmediato, la prueba de su efectividad es la notable reducción de episodios Amok en las escuelas norteamericanas.

De todas las emociones humanas, la ira es una de las más humanas,  la que peor manejamos y la que nos mete en más problemas. La tarea de evitar que algunos individuos alcancen niveles de frustración tan peligrosos parece complicada en una sociedad competitiva, fría y regida por la supremacía del más apto . Pero si en Malasia, la entrada del siglo XX pudo poner fin a los ataques Amok, significa que, oculto en algún lugar de la sociedad occidental, existe un rasgo que contiene la solución. 

jueves, junio 14, 2012

El Transito de Venus de 1874...II


5 semanas en tren… y una en barco

Venus pasaría por la cara del sol el 9 de diciembre de 1874. Este fenómeno solo sería visible en su totalidad en el norte del continente asiático y en el sur de las islas del pacífico. Díaz Covarrubias elige buscar un punto de observación cerca de las costas del continente y se decide por Pekín o Shanghai. De acuerdo con sus informes, el geógrafo espera llegar a Pekín en 55 días. Si partían de México el 17 de septiembre, esperaban estar en China el 11 de noviembre, lo que le daría tiempo suficiente de preparar adecuadamente dos observatorios y realizar los trabajos previos.

A la media noche del 18 de septiembre, ya con un día de retraso del plan original, la comisión mexicana sale por tren de la capital. Al llegar a Orizaba las malas noticias comienzan a aparecer. Un telegrama los espera avisando que el vapor que los llevaría a Estados Unidos no atracaría en Veracruz debido a una avería. Otro barco, más pequeño y más lento lo sustituirían en la ruta, pero no tocaría ningún puerto americano. Además, en el puerto se ha desatado una epidemia de tifoidea. Para evitar un posible contagio deciden quedarse en Orizaba a esperar el barco.

Unos días después, otro telegrama les lleva la noticia que el barco sustituto ha llegado a Veracruz. Resignados, los científicos mexicanos suben al barco y parten rumbo a la isla de Cuba. Una semana después, Díaz Covarrubias y el resto de la comisión se encentran en camino, rumbo al puerto de  Filadelfia.

A punto de llegar al puerto americano, nuevamente se ven en problemas, tal como lo relata el propio Díaz Covarrubias: “a eso de las 6 de la mañana, llegó a abordarnos un médico de la Oficina de salubridad que debía pasar la visita de costumbre. Como no había ningún enfermo abordo, creímos que no habría obstáculo para desembarcar en Filadelfia. Grande fue nuestra sorpresa cuando se nos notificó que por venir de la Habana, infestada todavía por la tifoidea, quedaríamos en cuarentena durante dos días”. Con un retraso así, sería imposible llegar a San Francisco a tiempo para tomar el vapor al Japón. Viendo la misión en peligro, es el propio capitán del barco quien habla con el médico y las autoridades del puerto tratando de encontrar una solución. Las palabras del marino dan resultado y dos horas después los mexicanos son autorizados a desembarcar.

Tras un viaje “relámpago”  la comisión mexicana ha recorrido los 3200 kilómetros que separan Nueva York de San Francisco. En la bahía fondea el “Vasco de Gama”, más allá el Océano Pacifico y tras él, por fin, el continente asiático. Sin embargo el itinerario de los mexicanos lleva ya una semana de retraso y las posibilidades de llegar a Pekín a tiempo empiezan a verse amenazadas.

Dos mil leguas de viaje marino.

Japón era en esos tiempos una economía en desarrollo. Con algunos años de haberse abierto al mundo, el país hacia grandes esfuerzos por cambiar sus ancestrales estructuras para lograr la modernización del imperio. Junto a Díaz Covarrubias y sus compañeros viajaban unas 50 personas que buscaban un futuro más provechoso.

Como lo esperaban, la primera noche una tormenta cayó sobre ellos y los acompaño por el resto del viaje. La fuerza del viento era tremenda, lo que provocaba que grandes montañas de agua azotaran el barco cuyo vaivén alcanza los 90 grados de inclinación.

Aprovechando los escasos momentos de calma y el tiempo del viaje, Díaz y los otros se pusieron a trabajar adelantando algunos de los cálculos que serían necesarios para la observación. La principal preocupación de la Comisión era el retraso, gracias a los informes de algunos de los pasajeros, Díaz Covarrubias se enteró de que el clima en Japón durante el invierno era muy despejado, además sus compañeros de viaje elogiaban la gran cortesía con que el gobierno recibía a los extranjeros. La oportunidad de que en Japón el transito sería visible en su totalidad y que establecer en este país los observatorios permitía recuperar el tiempo perdido, hizo que la Comisión tomara la decisión cambiar de Pekín a Yokohama el destino final de la expedición.

Por su parte los otros astrónomos observaban las estrellas para recopilar los datos que permitirían establecer la posición geográfica de los campamentos una vez establecidos. Los cálculos sirvieron además como entrenamiento en el cálculo astronómico ya que algunos de los miembros de la Comisión no lo habían hecho antes.

El Transito de Venus de 1874, la primera aventura de la ciencia mexicana


Cuando se camina por la inclinada calle de Momiji Zaka  en la ciudad japonesa de Yokohama,  el paisaje es interrumpido por la presencia de una inusual piedra en forma de diamante. En el confuso mar de ideogramas que señalizan el puerto más importante del Japón, sorprende mucho ver que labrada en la roca hay una frase en perfecto español: “El Tránsito de Venus, 9 de diciembre de 1874”.

El monumento es un homenaje del pueblo japonés a la odisea que cinco mexicanos realizaron en el siglo XIX, impulsados solo por el afán de conocer. El resultado de este viaje permitió que la vieja Europa conociera a México, no solo como un país independiente, sino como una nación capaz de participar por derecho propio en el concierto de la ciencia mundial.

“El tránsito de Venus de 1874 fue un acontecimiento muy importante para los astrónomos en todo el mundo” explica la Dra. Susana Biro, investigadora y divulgadora de la Facultad de Ciencias de la UNAM. “La observación y medición de este fenómeno era una pieza fundamental para  determinar la distancia de la Tierra al Sol. Los intentos anteriores no habían logrado el dato con exactitud”. El tema se había convertido en una cuestión de credibilidad para la astronomía, pues la gente no entendía porque los astrónomos del mundo eran incapaces de lograrlo.  Al mismo tiempo, una competencia internacional se desató, ya que muchos países deseaban ser el primero en encontrar la solución. Era el momento perfecto para crear una reputación y México estaba decidido a intentarlo.

La expedición para observar el tránsito de Venus sobre la cara del sol, la primera al extranjero, marca el punto de nacimiento de la astronomía mexicana. El viaje por sí mismo fue toda una aventura. Los astrónomos mexicanos tuvieron que recorrer la  mitad del mundo en una época en la que el tren, con sus 40 km por hora, era el medio de transporte más veloz disponible. Saltando de tren en tren y de barco en barco, la expedición atravesó el mundo en una carrera contra el tiempo de la que muchos críticos no esperaban más resultado que un fracaso seguro.

La Media Vuelta al Mundo en 60 días.

“¿El señor va a viajar? – Preguntó asombrado Paspartú – Si -- respondió Phileas Fogg – vamos a dar la vuelta al mundo en 80 días y no hay tiempo que perder“.  En la novela, a Fogg solo le tomó un segundo decidirse a aceptar la apuesta que sus compañeros del Reforma Club le hacían y acto seguido se lanzó a la aventura. En el caso de la Comisión mexicana, la idea apareció varias veces a lo largo de los tres años anteriores, sin embargo no parecía prosperar. Fue hasta septiembre de 1874, tres meses antes del tránsito de Venus, cuando un diputado planteó al Presidente Sebastián Lerdo de Tejada que todavía quedaba tiempo suficiente para que una comisión mexicana pudiera llegar al continente asiático a tiempo.  Tres días después, el presidente manda llamar al geógrafo Francisco Díaz Covarrubias, quien resulta el candidato más idóneo para realizar la expedición. “En esa época no había astrónomos profesionales, y mucho menos observatorios astronómicos” aclara la Dra. Susana Biro.  “Había sin embargo, varios ingenieros que conocían  la cosmografía, la astronomía práctica necesarias para realizar el trabajo.”  Díaz Covarrubias era probablemente el más reconocido de ellos.

Desde su juventud,  Díaz Covarrubias había demostrado gran interés por la astronomía. Sus capacidades habían quedado demostradas aun antes de obtener su titulo. Según una anécdota que relata el Dr. Marco Arturo Moreno Corral, del Instituto de Astronomía de la UNAM : Cuando Díaz Covarrubias todavía era estudiante en el Colegio de Minería calculó y dijo públicamente que el 25 de marzo de 1857 ocurriría un eclipse de sol y que este sería visible en la ciudad de México. Toda la literatura disponible expresaba lo contrario, así que muchos criticaron su anuncio. Sin embargo el eclipse fue visible en México y ocurrió con tan solo dos segundos de diferencia  a lo predicho por Díaz. Al término del eclipse, fue ovacionado y terminó convirtiéndose en una especie de héroe popular.

Durante la entrevista entre el presidente y el geógrafo, la conversación se centra en la gran interrogante: ¿Era posible llegar al punto de observación a tiempo para el tránsito?  “francamente me asaltaban mil preguntas” escribe en su reporte final Francisco Díaz  “era posible que la comisión contase con el tiempo suficiente para trasladarse a una estación propia adecuada con la anticipación indispensable?  El viaje implicaba recorrer 4,000 leguas, la mitad de ellas por mar, en plena temporada de tormentas. Cualquier retraso arruinaría la carrera de los científicos involucrados y haría de México, la burla del mundo.

Un preocupado Díaz Covarrubias salió del despacho presidencial con el encargo de planear la primera expedición científica de México al extranjero, en momentos en que los astrónomos de países ya se encontraban en sus posiciones de observación o estaban a punto de llegar a ellas.

viernes, enero 27, 2012

Tejiendo la capa de la invisibilidad

El hombre invisible de H.G Wells, Sue Richards de los cuatro fantásticos, las naves Klingon de Star Treck, la ciencia ficción ha bordado una gran variedad de sueños de invisibilidad, sin embargo en la realidad el truco resulta un poco más complicado. En años recientes la nanotecnología, la física quántica y la fotónica comienzan a desvanecer la línea entre la realidad y la ficción con los primeros cortes que nos llevaran a vestir la invisibilidad.

En un laboratorio de escuela de ingeniería de la Universidad de Duke en Carolina del Norte, David R. Smith y David Schurig han tejido la primera capa de invisibilidad. En lugar de un derecho y dos reveses, el tejido que estos investigadores desarrollaron está compuesto por un nuevo tipo de material llamado “Metamateriales” cuyas características especiales permiten abrir un agujero en el entramado de la luz y con ello tener un primer vistazo a la invisibilidad.

Más que una capa como la de Harry Potter, la propuesta de la universidad de Duke para la invisibilidad se asemeja a una armadura de silicio y cobre. El planteamiento teórico para este experimento fue publicado en la revista Science en mayo del año pasado. Pero cuando en noviembre estos dos americanos y su colega inglés Sir John Pendry del Imperial College de Londres dieron la noticia de que habían logrado experimentalmente su teoría, tomaron al mundo por sorpresa. Si bien no es la única propuesta, si es una de las que más atención ha recibido por parte de los medios por ser ya una realidad.

Lecciones para desaparecer

Podemos ver un objeto porque la luz proveniente de alguna fuente ya sea el sol o una lámpara lo alcanza. Al dar con él parte de la luz es absorbida y otra parte “rebota” hacia nosotros, explica el Dr. Eric Rosas, coordinador científico de la División de Óptica y Radiometría del Centro Nacional de Metrología. Nuestros ojos perciben las diferentes ondas de luz reflejada por objeto y junto con el cerebro procesan estas sensaciones para reconstruir su forma real.

La invisibilidad - define el Dr. Rosas - es posible cuando conseguimos que dicho objeto no refleje o absorba luz, es decir, cuando logramos que las ondas de luz que transitan por su posición lleguen a nuestros ojos sin ninguna alteración. Para lograr esto hay dos caminos: el primero sería lograr que el objeto se vuelva transparente y permita el paso de la luz. La otra forma es conseguir que los rayos de luz se doblen para hacer que la trayectoria de una onda de luz le “ saque la vuelta” al objeto y continué como si nada hubiera pasado.

Si optamos por hacer transparente un objeto o una persona, esto implica cambiar seriamente su composición química y con ello poner en riesgo su existencia. Como una de las gracias de la invisibilidad es disfrutarla, podemos eliminar esta primera opción.

Por el contrario si nos decidimos por la puerta numero dos, hay más elementos con los que podemos trabajar. De manera natural es posible “doblar” un rayo de luz mediante su interacción con el material que ilumina. Un ejemplo son el aire y el agua, ambos medios son transparentes y permiten el paso de luz, pero alteran su trayectoria original. Cuando se mete un lápiz en un vaso con agua, el lápiz parece quebrarse, esta ilusión óptica es provocada por el cambio de trayectoria de la luz al pasar de un medio a otro. A este fenómeno se le llama refracción y esta determinado por la forma en que la luz interactúa con los materiales. Por lo tanto si alteramos las características de los materiales sobre los que incide un rayo de luz, entonces es posible también cambiar los efectos que estos materiales tendrán con la luz.

El Dr. Eric Rosas explica que la luz es un tipo de radiación electromagnética como las microondas, las ondas de radio, los rayos X o los rayos infrarrojos. La diferencia entre una radiación y otra es el tamaño de la onda o longitud de onda. Los materiales no reaccionan de igual manera a todas las ondas, dependiendo de su longitud, estas energías pueden ser absorbidas, reflejadas o desviadas. Una camisa roja, por ejemplo, la vemos colorada porque el material del que esta compuesta absorbe todos los colores menos el rojo, es decir sólo es capaz de interactuar con la longitud de onda de ese color. Debido a que la luz que nuestros ojos pueden percibir esta compuesta por múltiples longitudes de onda, lograr una invisibilidad “visible” implica conseguir que un solo material se ajuste a una gran variedad de ondas.

Zurcido Invisible

Diferente de la sedosa y brillante tela que cubre al joven Potter en sus aventuras, la primera capa de invisibilidad lograda por la ciencia es un poco menos atractiva. No es más grande que un plato y consiste en 10 anillos concéntricos de una cinta especial compuesta de fibra de vidrio y cobre, todo en un conjunto que mide apenas un centímetro de alto. Se eligió construirla asi para simplificar el experimento, de esta manera la capa fue diseñada para funcionar en dos dimensiones y sólo con microondas explica el boletín de prensa publicado por la Universidad de Duke.

Con ella los científicos hicieron varios experimentos en los que consiguieron que un pequeño cilindro de cobre fuera “invisible” a un haz de microondas disparado contra él. David Schurig, uno de los desarrolladores del aparato, comenta en un video distribuido a la prensa que de la misma manera en que el agua de un río fluye alrededor de una piedra y aguas abajo no es posible distinguir la interrupción, lo que esta armadura hace es guiar las microondas alrededor de una región central y reconstruirlas del otro lado, esto reduce la absorción y refracción de las ondas de tal manera que cualquier objeto que se coloque en ese “hueco” no producirá alteraciones en el campo electromagnético.

El artículo publicado en la revista Science del pasado mes de noviembre describe que las pruebas se realizaron en una cámara especial en la que las microondas solo pueden viajar a través de la capa. Los instrumentos permitieron generar imágenes que ilustraron el comportamiento de las microondas conforme avanzaban dentro de la cámara. Primero se estudió la distribución de las ondas electromagnéticas moviéndose a través del espacio libre. En una segunda etapa se mapeó el recorrido de las ondas colocando el cilindro de cobre sin la capa de invisibilidad y por último se realizaron imágenes con el cilindro en el centro de la capa. Al comparar las imágenes se pudo comprobar como la capa fue capaz de restituir las ondas casi a su estado original.

Una capa hecha a la medida

En el cuento infantil “el nuevo traje del emperador”, un par de embaucadores hacen creer al emperador y su corte que la tela que brota de sus telares es invisible a los ojos de los ignorantes. Ante la vergüenza de ser considerados tontos todos alaban las virtudes de una capa invisible e inexistente.

Lo que ha salido de los laboratorios de la Escuela de Ingeniería de Duke es uno de los logros más avanzados en la tecnología de materiales. Perfectamente visible, el secreto de la capa de invisibilidad es una tecnología llamada metamateriales. En la naturaleza las propiedades de los materiales están determinadas por su química, las propiedades de los metamateriales dependen de su estructura física. Son elementos creados artificialmente cuya estructura ha sido planeada y diseñada primordialmente para generar respuestas específicas a ciertos campos electromagnéticos explica el Dr. Eric Rosas.

La capa de invisibilidad de Duke esta compuesta por cintas de fibra de vidrio en las que se han entretejido minúsculas herraduras y cables de cobre. El diseño, tamaño y estructura de estas aplicaciones de cobre han sido cuidadosamente calculadas para interactuar de una forma específica con las microondas.

Cuando las microondas golpean las cintas de metamaterial, éstas excitan las estructuras de cobre, las cuales están diseñadas y acomodadas para producir fuerzas electromagnéticas que permiten atrapar las microondas y guiarlas sobre la superficie de los aros concéntricos para reconstruirlas a su estado original al final del recorrido.

En palabras de sus creadores, la capa representa una de las más elaboradas estructuras de metamateriales que haya sido diseñada y producida. Así mismo representa una de las aproximaciones más comprensibles a la invisibilidad hasta ahora realizadas, con la capacidad potencial de llegar a ocultar objetos de cualquier tamaño y composición.

Instrucciones de uso.

Aunque la capa de invisibilidad demuestra la factibilidad de las propuestas teóricas de sus diseñadores, los descubrimientos realizados representan apenas un paso de bebé en el camino de la aplicación de esta tecnología al campo de la invisibilidad advierte Steven Cummer, otro de los miembros el equipo de investigadores, en una opinión citada en el boletín de prensa de la Universidad de Duke.

“Lo que tenemos aquí es una forma totalmente nueva de controlar luz y campos electromagnéticos” explica John Pendry, miembro del equipo realizador de la capa y uno de los lideres mundiales en teoría de metamateriales. “Hemos pensado en los uso para ocultar cosas y bloquear campos magnéticos pero yo estaría muy sorprendido si eso fuera lo único que pudiéramos hacer con esto”

El Dr. Eric Rosas del Centro Nacional de Metrología explica que la principal y más inmediata aplicación de esta tecnología se encuentra en el campo de las telecomunicaciones y la fotónica. Por sus propiedades, estos nuevos materiales son capaces de doblar y concentrar las ondas en formas que hasta ahora eran impensables. Con ello se abre la posibilidad de usarlos para salvar bloqueos que causen interferencia en señales de radio o televisión. Otra aplicación importante es el salto de la electrónica a la fotónica, circuitos lógicos que funcionen con luz en lugar de electricidad.

Tejido energético.

En el mundo de Stan Lee, los cuatro fantásticos obtienen sus poderes cuando accidentalmente la nave espacial en que viajaban es bombardeada por extraños rayos cósmicos. Gracias a ello Sue Storm (más tarde señora de Richards) es dotada con la capacidad de generar campos de energía que la hacen invisible.

En la Universidad de Pennsylvania, los ingenieros electrónicos Andrea Alu y Nader Enheta han encontrado una forma de lograr este efecto sin la necesidad de energías extraterrenas. Su propuesta se basa también en el uso de materiales especiales que interactúan con la radiación electromagnética, pero en lugar de doblar la luz lo que los materiales plasmónicos hacen es eliminarla. Su trabajo fue publicado en febrero de 2006 por el sistema de noticias de la revista Nature y propone teóricamente que es posible ocultar un objeto al recubrirlo con un campo de vibrantes electrones. Los plasmones son ondas de electrones que se originan cuando éstos se mueven rítmicamente sobre la superficie de un material metálico.

Alu y Engheta sostienen que un campo de éstas características sería capaz de reducir la refracción de la luz mediante el fenómeno de resonancia al grado de que un objeto cubierto se volviera imperceptible. El planteamiento propone que si la frecuencia de la luz que incide sobre el objeto es igual a la de los plasmones ambas se eliminarían provocando que todo lo que este bajo la cubierta se torne invisible. La idea esta en etapa inicial pero de acuerdo con el estudio no viola ninguna ley de la física.

Por el momento, la teoría solo es aplicable a algunos materiales especiales con características electromagnéticas similares a las que poseen los electrones libres, como el plasma. Los ingenieros de la Universidad de Pennsylvania admiten que existen otras limitaciones en su teoría. Por sus características la capa debe ser adaptada a cada objeto que cubra, con el fin de que las longitudes y frecuencias de onda correspondan. Los objetos podrían volverse invisibles a los rayos infrarrojos pero no a la luz visible.

Tanto los materiales plasmónicos como los metamateriales inician el camino a la invisibilidad, si bien los expertos continuamente expresan su cautela en cuanto a la fecha exacta o estimada en que un ser humano o un avión podrán desvanecerse en el aire. La posibilidad existe, y no es difícil que algún día, la carne de burro por fin sea transparente